A cada ráfaga Se desplaza en el sauce La mariposa
Del este o del oeste Sobre los campos de arroz El sonido del viento
Ebrio, me duermo. ¡Y en la piedra florecen Las clavellinas!
Cae del árbol Y derrama su agua Una camelia.
Sólo viajero Quisiera ser llamado: Primer chubasco.
La libélula Intenta en vano posarse Sobre una brizna de hierba.
Lluvia de mayo. Corre velozmente El río Mogami.
¡Qué gloria! Las hojas verdes, las hojas jóvenes Bajo la luz del sol.
En medio del campo, Sin apego de ningún tipo, Canta la alondra.
Un mar revuelto: Sobre la isla de Sado, La Vía Láctea.
Crudo invierno: El mundo de un solo color Y el sonido del viento.
Canta el cuclillo: Un bosque de bambú Filtra la luna.
Llega el otoño: El mar y el campo tienen El mismo verde.
Primera nieve: Las hojas del narciso Casi curvadas.
Crecen los días Para el canto incansable De las alondras.
Un sauce verde Goteando en el barro: Marea baja.
En los claros de nieve, El leve violeta de los brotes De la flor de udo.
En el camino, la fiebre: Y por mis sueños, llanura seca, Voy errante.
Cuando miro con cuidado ¡veo florecer la nazuna Junto al seto!
Con el rocío de la mañana, Sucio, fresco… El barro del melón.
El cuervo horrible ¡qué hermoso esta mañana Sobre la nieve!
Me llamarán por el nombre De caminante. Tempranas lluvias de invierno.
Piernas enclenques Tendré, pero está en flor El monte Yoshino.
Hoy el rocío Borrará lo escrito En mi sombrero.
Una mujer lavando papas: Si Saigyó estuviera Compondría un waka.
Bajo un mismo techo Durmieron las cortesanas, La luna y el trébol.
En la bahía También la primavera: Flores de olas.
A una amapola Deja sus alas una mariposa Como recuerdo.
Olor a crisantemos. Y en Nara, viejas Imágenes de Buda.
Yendo hacia Kioto Cubrían medio cielo Nubes de nieve.
Yo me pregunto, Avanzando el otoño, Que hará el vecino.
Los crisantemos Se incorporan etéreos Tras el chubasco.
¡Qué santidad La del hombre que ante un relámpago No comprende la Realidad!
Llora La sombra sola de la anciana. Compañera de la luna.
Plenilunio de otoño; Paseo en torno al estanque Toda la noche.
¡Ha llegado la primavera! Monte anónimo Entre fina hierba.
Las montañas y el jardín Se van adentrando Hasta mi habitación en verano.
Luna de agosto. Hasta el portón irrumpe La marejada.
lunes, 16 de noviembre de 2009
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