El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político, que promueve las libertades civiles y el máximo límite al poder coactivo de los gobiernos sobre las personas; se opone a cualquier forma de despotismo, suscitando a los principios republicanos, siendo la corriente en la que se fundamentan la democracia representativa y la división de poderes.
Aboga principalmente por:
El desarrollo de las libertades individuales y, a partir de ésta, el progreso de la sociedad.
El establecimiento de un Estado de Derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento con un mismo marco mínimo de leyes.
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1 Características
2 Liberalismo social, económico y político
3 Liberalismo benthamiano
3.1 Corrientes de estas concepciones
4 Pensadores liberales
4.1 Filosofía
4.2 Economía
4.3 Política
4.4 Divulgación
5 Véase también
6 Bibliografía
6.1 Historia de las ideas liberales
6.2 Principales obras
7 Enlaces externos
Características [editar]
Sus características principales son:
El individualismo, que considera al individuo primordial, como persona única y en ejercicio de su plena libertad, por encima de todo aspecto colectivo.
La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos: libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, etc., cuyo único límite consiste en la libertad de los demás, y que debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.
El principio de igualdad entre las personas, entendida en lo que se refiere a diversos campos jurídico y político. Es decir, para el liberalismo, todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante el Estado.
El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual, y como derecho inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.
El establecimiento de códigos civiles, constituciones, e instituciones basadas en la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y en la discusión y solución de los problemas por medio de asambleas y parlamentos.
La Tolerancia Religiosa.
Liberalismo social, económico y político [editar]
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en Málaga en 1831. Este grupo de liberales españoles intentó sin éxito acabar con la política absolutista de Fernando VII. Óleo de Antonio Gisbert Pérez (1834-1901).
El liberalismo social defiende la no intromisión del Estado o de los colectivos en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena libertad de expresión y religiosa, asi como los diferentes tipos de relaciones sociales consentidas, morales, etc.
Esta no intromisión permitiría la legalización del consumo de drogas, la libertad de paso, la no regulación del matrimonio por parte del Estado (es decir, éste se reduciría a un contrato privado como otro cualquiera, pudiendo ser, por tanto, contratado por cualquier tipo de pareja), la liberalización de la enseñanza, etc.
Por supuesto, en el liberalismo hay multitud de corrientes que defienden con mayor o menor intensidad diferentes propuestas.
El liberalismo económico defiende la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima expresión y eliminando cualquier regulación sobre comercio, producción, etc. La no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia perfecta, sin restricciones ni manipulaciones de diversos tipos. Esto significa neutralizar cualquier tipo de beneficencia pública, como ser aranceles, subsidios, etc.
El liberalismo político inspiró la organización del Estado de Derecho dentro del marco de la democracia liberal durante el siglo XIX, vigente en gran parte de los Estado-Nación actuales. Sus elementos principales son el poder de los ciudadanos como voluntad general de poder gubernamental y la elección de sus representantes de manera libre y soberana. El Estado de Derecho como marco jurídico e institucional resguarda las libertades y los derechos de las personas.
Liberalismo benthamiano [editar]
Una división menos famosa pero más rigurosa es la que distingue entre el liberalismo predicado por Jeremías Bentham y el defendido por Wilfredo Pareto. Esta diferenciación surge de las distintas concepciones que estos autores tenían respecto al cálculo de un óptimo de satisfacción social.
En el cálculo económico se diferencian varias corrientes del liberalismo. En la clásica y neoclásica se recurre con frecuencia a la teoría del Homo oeconomicus, un ser perfectamente racional con tendencia a maximizar su satisfacción. Para simular este ser ficticio, se ideó el gráfico Edgeworth-Pareto, que permitía conocer la decisión que tomaría un individuo con un sistema de preferencias dado (representado en curvas de indiferencia) y unas condiciones de mercado dadas. Es decir, en un equilibrio determinado.
Sin embargo, existe una gran controversia cuando el modelo de satisfacción se ha de trasladar a una determinada sociedad. Cuando se tiene que elaborar un gráfico de satisfacción social, el modelo benthamiano y el paretiano chocan frontalmente.
Según Wilfredo Pareto, la satisfacción que goza una persona es absolutamente incomparable con la de otra. Para él, la satisfacción es una magnitud ordinal y personal, lo que supone que no se puede cuantificar ni relacionar con la de otros. Por lo tanto, sólo se puede realizar una gráfica de satisfacción social con una distribución de la renta dada. No se podrían comparar de ninguna manera distribuciones diferentes. Por el contrario, en el modelo de Bentham los hombres son en esencia iguales, lo cual lleva a la comparabilidad de satisfacciones, y a la elaboración de una única gráfica de satisfacción social.
En el modelo paretiano, una sociedad alcanzaba la máxima satisfacción posible cuando ya no se le podía dar nada a nadie sin quitarle algo a otro. Por lo tanto, no existía ninguna distribución óptima de la renta. Un óptimo de satisfacción de una distribución absolutamente injusta sería, a nivel social, tan válido como uno de la más absoluta igualdad (siempre que éstos se encontrasen dentro del criterio de óptimo paretiano).
No obstante, para igualitaristas como Bentham, no valía cualquier distribución de la renta. El que los humanos seamos en esencia iguales y la comparabilidad de las satisfacciones llevaba necesariamente a un óptimo más afinado que el paretiano. Este nuevo óptimo, que es necesariamente uno de los casos de óptimo paretiano, surge como conclusión lógica necesaria de la ley de rendimientos decrecientes.
Corrientes de estas concepciones [editar]
Estas dos concepciones radicalmente diferentes dividen al liberalismo en dos corrientes: por un lado, una corriente igualitarista y progresista, abanderada por la teoría de Bentham y, por el otro, aquella otra corriente que no persigue la igualdad, pues considera natural que hombres diversos actuando en función de sus propias motivaciones y empleando libremente los medios de que disponen lleguen a fines diferentes.
Entre los seguidores de Bentham destacan las tesis del social-liberalismo, mientras que de Pareto surgen otras como la escuela austríaca (si bien, para esta última corriente, no es necesario en absoluto basarse en idealizaciones y estudios de equilibrios inexistentes en la realidad. De hecho, dicha escuela considera un auténtico error epistemológico pretender llevar a cabo el estudio de la economía como si se tratara de una ciencia natural . Por tanto, propone un acercamiento distinto, completamente opuesto al de los clásicos y neoclásicos, al liberalismo).
Pensadores liberales [editar]
La categoría Liberales agrupa todos los artículos sobre personalidades liberales. La que sigue es sólo una breve relación orientativa de liberales de gran relevancia en la historia de esta corriente intelectual, académica y política.
Filosofía [editar]
John Locke
Montesquieu
Voltaire
David Hume
Alexis de Tocqueville
Benjamin Constant
José Ortega y Gasset
Benedetto Croce
Karl Popper
Isaiah Berlin
Raymond Aron
John Rawls
Robert Nozick
Murray Rothbard
Thomas Reid
Ayn Rand
Rousseau
Economía [editar]
Jean-Baptiste Say
Adam Smith
David Ricardo
John Stuart Mill
Carl Menger
Alfred Marshall
Eugen von Böhm-Bawerk
Joseph Schumpeter
Ludwig von Mises
George Stigler
Friedrich Hayek
Milton Friedman
Wilhelm Röpke
Alberto Benegas Lynch
Política [editar]
Benjamin Franklin
Thomas Jefferson
Jacques Turgot
Francisco de Miranda
Francisco Morazán
Jacques Pierre Brissot
Nicolas de Condorcet
Benito Juárez
Thomas Paine
James Madison
Eloy Alfaro
Ludwig Erhard
Vaclav Havel
Jeremy Bentham
Divulgación [editar]
Frédéric Bastiat
Henry Hazlitt
Juan Bautista Alberdi
Juan Montalvo
Guy Sorman
Johan Norberg
Mauricio Rojas Mullor
Octavio Paz
Jean-François Revel
Marcos Aguinis
Thomas Szasz
Armando Valladares
Thomas Sowell
Neoliberalismo
El término neoliberalismo, proviene de la abreviación de neoclassical liberalism (liberalismo neoclásico), es un neologismo que hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que considera contraproducente el excesivo intervencionismo estatal en materia social o en la economía y defiende el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de las denominadas fallas del mercado.1
Suele considerarse, erróneamente, como una reaparición del liberalismo decimonónico. Sin embargo, al contrario de éste, no rechaza totalmente el intervencionismo estatal y además guarda una ambigüedad ideológica, respondiendo más a su base teórica-técnica neoclásica.2 Siendo una propuesta macroeconómica tiende a ser neutral con respecto a las libertades civiles.
Se usa con el fin de agrupar un conjunto de ideologías y teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la economía nacional (macroeconomía) y su entrada en el proceso globalizador a través de incentivos empresariales que, según sus críticos, es susceptible de conducirse en beneficio de intereses políticos más que a la economía de mercado propiamente dicha.3 4
Muchos economistas cuestionan el término neoliberalismo porque no corresponde a ninguna escuela bien definida, ni siquiera a un modo especial de describir o interpretar las actividades económicas (aunque probablemente sí de explicarlas). Se trata de un término más bien político o ideológico, frecuentemente usado por los medios de comunicación y algunos intelectuales (véase: pensamiento único).
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1 Origen y políticas
1.1 Historia
1.2 Características
1.3 Países con políticas neoliberales
2 Usos del término
2.1 Uso crítico
2.2 Uso liberal
2.3 Usos históricos del término
3 Notas
4 Bibliografía
5 Véase también
6 Enlaces externos
Origen y políticas [editar]
El término nace de la necesidad de diferenciar el liberalismo económico previo a la Primera Guerra Mundial, de los modelos económicos de la democracia liberal surgidos durante la Guerra Fría, siendo el neoliberalismo en todos los casos, un conjunto de ideas bastante alejadas de la ortodoxia liberal del siglo XIX. El llamado neoliberalismo en cierta medida consiste en la aplicación de los postulados de la escuela neoclásica en política económica. No define una teoría económica concreta, y se usa más para referirse a la institucionalización de un sistema en el comercio mundial. Tampoco el neoliberalismo es una filosofía política unificada debido a la diversidad de escuelas y movimientos que se le suelen relacionar.
Historia [editar]
En teoría el neoliberalismo suele defender algunos conceptos filosóficos del viejo liberalismo clásico del siglo XIX como la iniciativa privada o la limitación del crecimiento del Estado, añadiéndole por lo general elementos posteriores como el rol subsidiario del Estado desarrollado por los ordoliberales alemanes (que había puesto en marcha algunas de sus propuestas en el denominado Milagro alemán de posguerra), y en especial el monetarismo de la Escuela de Chicago que, desde mediados de los años 50, se convirtió en crítico opositor de las políticas de intervención económica que se adoptaban en todo el mundo, junto con aportaciones del enfoque macroeconómico keynesiano.
A finales de los años 70, estas teorías ganaron amplia popularidad en el mundo académico y político por dar respuesta al fracaso del keynesianismo en la gestión de la crisis de 1973. En efecto, la aplicación de los preceptos keynesianos, no sólo no creaba empleo sino que además desató una epidemia inflacionaria mundial (estanflación, desafiando la Curva de Phillips) y creó unos déficit presupuestarios insostenibles. El nuevo escenario estanflacionario desafiaba los postulados keynesianos. Para enfrentarlo se deberían efectivizar al mismo tiempo acciones antirecesivas y antiinflacionarias, algo nunca previsto en tal teoría.
La crítica de los autores, especialmente monetaristas, tenía tres vertientes:
discutían el uso del aumento de la masa monetaria como instrumento para crear demanda agregada, recomendando mantener fija dicha magnitud;
desaconsejaban el uso de la política fiscal, especialmente el uso del constante déficit presupuestario, poniendo en duda el multiplicador keynesiano; y
recomendaban una reducción en los gastos del Estado como única forma práctica de incrementar la demanda agregada.
La mayor parte de los aportes teóricos fueron rápidamente aceptados poniendo fin a la predominancia que el keynesianismo tenía en la mayoría de las escuelas de pensamiento económico desde los años 30. Tanto Margaret Thatcher como la administración de Reagan pusieron en práctica estas teorías con resultados desiguales. En el Reino Unido, se realizó una fuerte reducción en el tamaño del sector público que, si bien tuvo consecuencias negativas en el corto plazo en el terreno social, reactivó la economía y dio una gran dinamismo al sector productivo. En los Estados Unidos, similares medidas chocaron con el aparato político y la vocación militarista del entorno de Reagan por lo que solo se logró crear un gran déficit fiscal (las iniciativas de reducción de impuestos prosperaron pero no las de control del gasto social o del gasto militar -gasto público-que eran las principales partidas).
Se aprecia en la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, posterior al fracaso de su gestión desarrollista-militarista de la primera parte de su gobierno, un modelo económico monetarista con algunos rasgos keynesianos, siendo estos manejados por su equipo de economistas, los Chicago Boys. Estos serían vitales para la reestructuración económica de Chile marcada por las crisis mundiales y la nacionalización del cobre, es el llamado Milagro de Chile, mientras que en los países de la región latinoamericana colapsaban las aplicaciones del modelo cepalino desarrollista y se experimentaba la crisis de la deuda externa produciendo la denominada Década perdida.
De estas experiencias y de las dificultades para aplicar esas políticas a países en desarrollo, surge una versión keynesiana con inclinación monetarista que incorporaba la aversión al déficit y a la fabricación de dinero pero no al concepto de intervención pública en la economía (ej. Consenso de Washington, término acuñado en 1989 por el economista John Williamson para referirse al tipo de políticas fiscales y monetarias recomendadas para los países en desarrollo por los organismos con sede en Washington Banco Mundial, FMI y Tesoro estadounidense, entre otros).
Por ello se lo relaciona con la tecnocracia de los organismos públicos internacionales, debido a que sus políticas son principalmente impulsadas desde el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismos que no dependen de las Naciones Unidas y están por ello exentos del control directo de la comunidad internacional de países y a los que en ocasiones se acusa de ejercer presión política y extorsión. En la práctica, estas políticas toman como modelo de economía (salvo en lo referente al proteccionismo) a la estadounidense (véase: sistema americano, capitalismo democrático).5
El neoliberalismo, como política tecnocrática y macroeconómica (y no propiamente filosófica), tiene una dimensión geopolítica mercantilista ajena en la práctica al liberalismo económico propiamente dicho, es decir el neoliberalismo no es necesariamente sinónimo de mercado libre -sin trabas burocráticas ni privilegios sectoriales-, razón que explicaría que sea asociado al corporativismo internacional.
Características [editar]
Las políticas macroeconómicas recomendadas por teóricos o ideólogos neoliberales (en principio recomendaciones a países tanto industrializados como en desarrollo) incluyen:
Políticas monetarias restrictivas: Aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero. Con ello disminuye la inflación y se reduce el riesgo de una devaluación. No obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que se disminuye el flujo de exportaciones y se perpetúa el nivel de deuda interna y externa denominada en monedas extranjeras. Así mismo, se evitan los llamados ciclos del mercado.
Políticas fiscales restrictivas: Aumentar los impuestos sobre el consumo y reducir los impuestos sobre la producción y la renta; eliminar regímenes especiales; disminuir el gasto público. Con ello se supone que se incentiva la inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece la efectividad del Estado. No obstante no se distingue entre los niveles de ingreso de los contribuyentes, donde unos puede pagar más impuestos que otros, y se grava a las mayorías mientras que se exime a las minorías, deprimiéndose así la demanda, si bien se busca apoyar la oferta, buscando el bienestar de toda la sociedad. Tampoco se reconoce que el gasto público es necesario, tanto para el crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos de países industrializados); para la protección de sectores vulnerables de la economía y la población; y para la estabilidad social y económica en general.
Liberalización: Tanto la liberalización para el comercio como para las inversiones se supone que incentivan tanto el crecimiento como la distribución de la riqueza, al permitir:
una participación más amplia de agentes en el mercado (sin monopolios u oligopolios),
la generación de economías de escala (mayor productividad),
el aprovechamiento de ventajas competitivas relativas (mano de obra barata, por ejemplo),
el abaratamiento de bienes y servicios (al reducirse costos de transportación y del proteccionismo), y
el aumento en los niveles de consumo y el bienestar derivado de ello (en general aumento de la oferta y la demanda en un contexto de «libre» mercado, con situaciones de equilibrio y utilidades marginales).
Privatización: Se considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y eficientes que los públicos y que el Estado debe adelgazarse para ser más eficiente y permitir que el sector privado sea el encargado de la generación de riqueza.
Desregulación: Se considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la actividad económica y que su reducción a un mínimo necesario (sobre todo la garantización del régimen de propiedad y de la seguridad) propician un mayor dinamismo de los agentes económicos.
En todos los casos, los teóricos denominados neoliberales afirman que la mejor manera de alcanzar la distribución de la riqueza y el bienestar de los individuos es mediante un crecimiento total del producto, que por su propia dinámica permea al total de los integrantes de la sociedad (la llamada trickle down policy); como liberales promueven «mediante el beneficio individual, alcanzar el beneficio de toda la sociedad».
Países con políticas neoliberales [editar]
Entre 1980 y 2000, en varios países llegaron al gobierno diversos políticos y dirigentes favorables a programas económicos neoliberales. Esto sucedió especialmente en los países anglosajones y en América Latina, la siguiente lista, no comprensiva, incluye algunos de los presidentes que aplicaron, en distinto nivel y efectividad, varias políticas descritas como neoliberales:
Argentina: Carlos Menem y Fernando de la Rúa
Bolivia: Gonzalo Sánchez de Lozada
Brasil: Fernando Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso
Chile: Augusto Pinochet
Colombia: César Gaviria y Álvaro Uribe Vélez
Estados Unidos: Ronald Reagan
México: Carlos Salinas de Gortari
Paraguay: Juan Carlos Wasmosy
Perú: Alberto Fujimori
Reino Unido: Margaret Thatcher
Uruguay: Luis Alberto Lacalle y Julio Maria Sanguinetti
Venezuela: Carlos Andrés Pérez
Usos del término [editar]
Un cartel contrario al neoliberalismo.
Uso crítico [editar]
Los detractores del capitalismo (socialistas, comunistas, etc.) así como algunos críticos del mercado libre (proteccionistas, postkeynesianos, Nueva economía internacional) suelen usar el concepto de forma peyorativa como una generalización sobre cualquier posición que ponga límites a la intervención de los Estados en la economía. Sectores sindicales lo usan así mismo como epíteto frente a las intenciones de recortar sus prebendas gremiales.
El término neoliberalismo ha sido usado frecuentemente como chivo expiatorio en la propaganda anticapitalista o antiliberal (véase: ideoléxico), al igual que el término globalización en algunos países del primer mundo (antiglobalización), o como lo fue el término "capitalismo" o "burguesía" en la terminología marxista de antaño.6
Los proteccionistas sostienen que lo que ellos denominan "neoliberalismo", que más bien es la apertura a los mercados internacionales de la globalización, multiplica dramáticamente el impacto de las crisis de confianza, culpabilizándolo del alcance de diversas crisis financieras a escala más o menos global, ocurridas entre 1990 y 2008 (ponen de ejemplo el Efecto Tequila de 1994, Crisis asiática de 1997). Así también partidarios del asistencialismo gubernamental bajo el nombre de "neoliberalismo" señalan las políticas de control del gasto público, a las que les adjudican los problemas crecientes de tensión, exclusión y violencia social en determinados países.7 En América Latina por ejemplo es común identificar el término "neoliberal" con las recomendaciones del Consenso de Washington.
Uso liberal [editar]
Originalmente la teoría que limitaba el poder del Estado y entregaba la economía a los agentes privados era el liberalismo, y hasta bien entrado el siglo XX los partidarios de estas ideas siguieron siendo llamados liberales. Sin embargo, la crisis de 1929, el New Deal, el auge del keynesianismo, el incremento del gasto público y el rol del Estado en occidente, condujeron a que el "liberalismo" modificado y adoptado por diversos gobiernos de la década de los 80' recibiese otro nombre, siendo este el de neoliberalismo.
Con neoliberalismo no se está haciendo alusión a una teoría política o económica en particular, sino más bien se está refiriendo a una generalización de escuelas y teorías económicas (muchas veces opuestas entre sí), por lo que resulta algo complejo compararlo con el liberalismo ortodoxo. Mientras el antiguo concepto de liberalismo resulta más claro de limitar.
Para resumir el liberalismo sostiene filosóficamente, generalizando, derechos individuales, libertad económica y Estado de Derecho, que se traducen en política públicas en,
En política económica internacional: el énfasis en la libre circulación de los capitales (ya que el libre comercio es común a todas las teorías liberales) y en la libertad de circulación de personas. Quienes apoyan la posición liberal argumentan que el libre flujo de las inversiones resultante y la movilidad de personas favorece a los países pobres, que reciben aportes de capital de los países ricos, y los países ricos se benefician de la oferta material y laboral de los países pobres.
En política económica interna: la mínima intromisión de los gobiernos en los mercados (como el laboral), la privatización de las empresas públicas y el desmantelamiento del Estado Benefactor para que el costo de su ineficiencia no sea traspasado a los ciudadanos.
Los defensores del liberalismo político y económico, especialmente el asociado al liberalismo clásico y el liberalismo libertario (ej. minarquismo) sostienen al menos dos opiniones en general al respecto del neoliberalismo:
Rechazan el uso izquierdista del término neoliberalismo como una etiqueta falaz usada por algunos sectores de izquierda y de centro (e incluso de derecha) para descalificar sumariamente a sus adversarios políticos.
Opinan que la reducción del Estado debe ser real hasta limitarlo a lo completamente imprescindible, siguiendo los principios liberales clásicos y no los "neoliberales". Esto para evitar el mercantilismo empresarial y político o la entrega de preferencias a grupos de presión, multinacionales, o al poder político.8
Para algunos liberales clásicos, como por ejemplo los liberales libertarios, el neoliberalismo puede caer fácilmente en mercantilismo empresarial o "socialismo para ricos" o "capitalismo corporativista" debido a que preserva el intervencionismo en materia monetaria y de comercio exterior, además de reservarse la facultad de intervenir el sector privado con dinero público en tiempos de crisis (privatizar ganancias y socializar pérdidas), en contradicción con los postulados liberales.9 Así también señalan que no se puede considerar liberalización o privatización a la práctica del Estado de despojarse de cierta participación estatal de una empresa semi–privada o introducir a dedo otras empresas en un sector considerado monopolístico, pero manteniendo siempre su control gubernamental e incluso una política de subvenciones.10 11
El austrolibertarismo por su parte es especialmente crítico de la economía neoclásica: los trabajos de la Escuela Austríaca de Economía, basados en los de Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, Carl Menger, entre otros, discrepan tanto con el keynesianismo como del monetarismo asociado comúnmente al denominado neoliberalismo. La TACE por ejemplo considera a ambos los responsables de no prever y de profundizar con sus medidas a las crisis económicas desde 1927 hasta la actualidad (2008).12
De igual forma los liberales rechazan a los organismo internacionales o públicos supraestatales (FMI, OMC, BM, etc.) debido a que los consideran "monstruos burocráticos, intervencionistas e inútiles".
Usos históricos del término [editar]
No se puede dar una definición estática de neoliberalismo debido a que su significado ha ido cambiando en el transcurso del tiempo y no es idéntico en todos los países del planeta. Es necesario, por ello, señalar los cambios de significado que han culminado en su uso a comienzos del siglo XXI, y las diferencias regionales en los países de habla castellana a los que está dirigida esta enciclopedia.
Las pesquisas realizadas sobre el tema13 revelan que la palabra fue usada por primera vez, de manera asistemática, por destacados economistas liberales, entre los que se cuentan:
Ludwig von Mises. La edición inglesa (1927) de su libro Liberalismus usa el término neoliberalism para traducir lo que en alemán von Mises denominó neuen Liberalismus (nuevo liberalismo). En este libro Von Mises usa el término para designar a los socialistas que se hacen pasar por liberales (término que después reemplazó por seudoliberales), mientras que en su posterior libro, Socialismo, lo aplica a los liberales partidarios de la entonces nueva teoría subjetiva del valor, como Carl Menger.
Louis Baudin, en su obra de 1953, L'aube d'un nouveau libéralisme (El alba de un nuevo liberalismo), relata que el término neoliberalismo fue deliberadamente acuñado y usado para su posterior difusión en el coloquio de destacados pensadores liberales realizado en París en agosto de 1938, cuando ya se anunciaba la inevitabilidad de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo fue diferenciarse de la entonces desacreditada escuela liberal clásica, a la que se atribuía una importante responsabilidad por haber llegado a ese callejón sin salida. Participaron en el coloquio destacados economistas liberales como Rueff, Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, Alexander Rüstow, Wilhelm Röpke, Detauoff, Condliffe, Polanyi, Lippman y Baudin.
Edgar Nawroth, en su libro Die Sozial-und Wirtschaftsphilosophie des Neoliberalismus (1961), califica como neoliberales a los partidarios de la Escuela de Friburgo) y de Munich, destacando las contribuciones de Wilhelm Röpke y de Alexander Rüstow.
Economistas del Centro de Investigación para la Comparación de Sistemas de Dirección Económica de la Universidad de Marburgo definieron al neoliberalismo como:
Un concepto global bajo en que se incluyen los programas de la renovación de la mentalidad liberal clásica, cuyas concepciones básicas del orden están marcadas por una inequívoca renuncia a las ideas genéricas del laissez faire y por un rechazo total a los sistemas totalitarios.
Entre los rasgos esenciales del neoliberalismo incluyen la garantía legal de la libre competencia y la convicción de que al libre mercado deben agregarse otras consideraciones sociales..
Alfred Müller-Armack, uno de los teóricos de la Economía social de mercado, acusa a los neoliberales (que no identifica con precisión) de "no haber prestado la debida atención a los problemas sociales y sociológicos".14 De su obra surgen como posturas extremas el liberalismo tradicional o paleoliberalismo, el neoliberalismo que se le opone, y la intermedia Economía Social de Mercado.
En Latinoamérica el término suele usarse por sus detractores para hacer referencia al conjunto de políticas recomendadas en la década de 1990 por el Consenso de Washington, a las que consideran responsables de los problemas sociales de años posteriores a su aplicación, poniendo como ejemplo la crisis argentina del 2001.
En la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI, el término ha sido crecientemente usado con carácter peyorativo. El escritor Mario Elgue, por ejemplo, afirma:15
Ya no quedan dudas de que el modelo neoliberal es incapaz de dar respuesta a los principales problemas que siguen aquejando a la sociedad: altos índices de desempleo, trabajo en negro, pobreza y exclusión social. Su debacle fue el resultado de la aplicación de las políticas del "derrame", según las cuales bastaba con el crecimiento de los grandes grupos concentrados ya que estos últimos difundirían los beneficios hacia el resto de la sociedad productiva y laboral. Pues bien, ahora está claro que este "goteo" no llegó; que no hubo un correlato distributivo y de cohesión de la base social.
En consecuencia, y como es también usual con las diferentes acepciones del término liberal, no se puede hablar de una definición universalmente aceptada, uniforme en el espacio y constante en el tiempo, sino sólo de usos del término neoliberalismo en diferentes contextos.
Neoconservadurismo
El neoconservadurismo es una ideología marcada por los objetivos políticos e ideas de los "nuevos conservadores" en Estados Unidos. La novedad respecto al clásico conservadurismo estadounidense consiste en que es una nueva oleada del pensamiento y organización política conservadora.1 Se le considera como un movimiento político surgido como reacción al liberalismo y a las ideas de la contracultura de izquierda de la década de 1960.2
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1 Características
2 Referencias
3 Véase también
4 Enlaces externos
Características [editar]
Ronald Reagan
Los neoconservadores, a menudo denominados neocons, tanto por partidarios como por críticos, se caracterizan (o se les acusa) de promover una política exterior norteamericana más agresiva, especialmente bajo las administraciones de Ronald Reagan (1981-1989) y George W. Bush (2000-2008 ). Los que se opusieron a la invasión de Iraq en 2003 han criticado fervientemente el programa de los neocons, al considerar esta invasión como una iniciativa neoconservadora. Comparados con los conservadores tradicionales de EEUU, los neoconservadores se diferencian por su postura moralmente agresiva hacia el extranjero (imposición de valores absolutos e intransigencia usando como premisa la creencia estadounidense de tener una superior autoridad moral) y por su conservadurismo social.
George W. Bush
Neoconservadurismo es un término polémico cuyo significado se disputa con frecuencia. La mayoría de las personas que se definen como "neoconservadores" son miembros del Partido Republicano. El término lo utilizan más a menudo los que se oponen a la política neoconservadora que los que la suscriben; de hecho, muchos rechazan este término cuando se les asigna. El término se utiliza con frecuencia de forma peyorativa, tanto por parte de los que se consideran conservadores al estilo clásico, que se oponen al neoconservadurismo desde la derecha, como por parte de los políticos del Partido Demócrata, que critican a los neoconservadores desde la izquierda. Recientemente, los demócratas han utilizado el término para criticar las políticas y a los líderes republicanos de la administración del presidente George W Bush.
Los que no están de acuerdo con el término dicen que la palabra se usa en exceso y carece de una definición coherente. Por ejemplo, afirman que muchos supuestos neoconservadores discrepan fuertemente entre sí en asuntos importantes. También precisan que el significado ha cambiado en un plazo demasiado corto. Mientras que el término fue utilizado originalmente por los demócratas que abrazaron el estado de bienestar pero que se opusieron agresivamente a la Unión Soviética, ahora el término se utiliza sobre todo para describir a los que apoyan una política global agresiva contra el islamismo radical y el terrorismo islamista. El término también se utiliza para acusar a los que adoptan una política extranjera "unilateral", en lugar de confiar en el consenso y las acciones de Naciones Unidas.
Se puede pensar en el término Neoconservadurismo como un oxímoron, ya que implica una renovación en la corriente del Conservadurismo, cuando la prédica del mismo es exactamente el "no cambio".
En España, el movimiento neoconservador está agrupado en torno al Grupo de Estudios Estratégicos (GEES)
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