jueves, 9 de septiembre de 2010

La monarquía ha muerto; ¡larga vida a la Corona! PERU



La monarquía ha muerto; ¡larga vida a la Corona!
Retorno: los movimientos realistas, que en muchos casos no son más que una minoría ruidosa, están echando raíz en toda Europa, inclusive en países con linajes extinguidos hace siglos.
Domingo 28 de diciembre de 1997 | Publicado en edición impresa

ESTRASBURGO.- Hace unos días el Parlamento italiano se pronunció en favor del regreso de la casa reinante de Saboya a la península, quebrando así una tradición de medio siglo de intransigencia.

Fue un voto cerrado (276 contra 204) que no llegó a abrir las fronteras al pretendiente del trono en Roma. Lejos está, en realidad, de hacerlo: la exclusión de la familia real está escrita con todas las letras en la Constitución de 1947.

Para modificar la Carta Magna hace falta que el proyecto sea votado por el Senado antes de volver nuevamente a las dos cámaras donde debe obtener, en segunda lectura, una mayoría de los dos tercios. Un largo recorrido legislativo que no sería raro que termine en punto muerto.

Aún así, el episodio tuvo la cualidad de recordar la existencia de infinidad de "altezas reales" que, como almas en pena, siguen en busca de los tronos perdidos a lo largo de este siglo acompañados siempre por un grupo de nostálgicos que sueñan con ser, en la mayoría de los casos, parte de su extendida corte.

Con el Muro de Berlín transformado en polvo, los movimientos realistas están echando nuevas raíces en Europa aun cuando, por el momento, no sean más que una minoría ruidosa.

Pero, aun cuando 7 de los 15 países de la Unión Europea tienen cabezas coronadas como jefes de Estado, es aquí donde los movimientos monárquicos hallan los huesos más duros por roer.

El caso del heredero italiano es un buen ejemplo. Víctor Manuel tenía 6 años cuando, en 1946, su familia abandonó el país al conocer el resultado del referendum que dio nacimiento a la República. Con esto en mente, muchos italianos abrigaban la esperanza de que el pretendiente no dudara en excusarse, en nombre de su abuelo, por haber sido el único soberano europeo que sancionó, en 1938, un paquete de leyes antisemitas.

Víctor Manuel no sólo se niega a pedir perdón sino que ha dicho recientemente que las leyes raciales "no fueron tan malas". Como si esto no fuera suficiente para defender su situación de indeseable, el hombre también se resiste a jurar fidelidad a la República. Y el hecho de que hace unos años fuera acusado de asesinar a un turista en la isla de Cavallo ayuda poco a mejorar sus perspectivas.

Un solo factor corre en su favor: el pasado ilustre de la familia Saboya como garantes de la unidad italiana durante el siglo pasado.

Con la república de Padania y el fantoche principado de Seborga trepándose a los titulares de los diarios, algunos quieren transformar a Víctor Manuel en un salvavidas de emergencia del actual Estado-Nación. Sus seguidores encuentran difícil, sin embargo, extender esa impresión a una población que tiende a confiar más en el factor aglutinante de la burocracia de la Unión Europea.
Vítores y leyendas nórdicas

Los problemas de los defensores de las monarquías son múltiples.

Algunos son de su propia creación (la lucha en Francia entre las dinastías borbonas, de Orleáns y bonapartistas es un importante obstáculo), otro producto de un pasado doloroso aún fresco (como lo ha probado varias veces el ex rey Constantino al intentar abandonar su exilio londinense para poner pie en las prohibidas costas griegas) o por la admisión del final de una era por parte de sus propios ídolos (el nieto del último emperador austro-húngaro Otto von Habsburg dio la espalda al trono para poder sentarse en el Parlamento Europeo). En Europa del Este, las cosas son distintas. Hasta 1989, los reyes y su geriátrica tropa parecían destinados a la extinción. Pero la caída de otro tipo de reino, el comunista, dio un tónico de juventud a sus ideales.

El ex rey Miguel de Rumania fue vitoreado por decenas de miles de personas durante su primera visita para la Pascua ortodoxa de 1992. El ex rey Simeón II de Bulgaria tuvo similar experiencia en 1996. En Rusia, miles de exiliados zaristas regresaron para ponerse al frente de las primeras empresas capitalistas lanzando al mismo tiempo un movimiento de reivindicación de la última familia real (la batalla dinástica entre el descendiente de Alejandro II, Georges, de 16 años, y los Romanov complica, sin embargo, su futuro).

Movimientos realistas comenzaron a surgir hasta en países donde el linaje monárquico se extinguió hace siglos.

Tales son los casos de Polonia, donde el rey Estanislavo II, depuesto en 1795, no ha dejado descendencia; Georgia, que cuenta con un popular pretendiente al trono que no habla una sola palabra de georgiano y cuya familia perdió el poder el 1801; y Estonia, donde es necesario remontarse a más de 600 años de leyendas nórdicas para encontrar respaldo histórico al partido monárquico que en 1992 llegó a colocar seis representantes en el Parlamento nacional.
Pasiones imperialistas

Pero las pasiones imperialistas de algunos no han hecho más que hacer temblar tanto a sus potenciales súbditos como a la comunidad internacional.

El ex rey Leka de Albania (cuya casa real fue creada por un dictador en 1928) obtuvo este año un 35 por ciento de los votos en un referendum constitucional efectuado en medio de tiros.

Un resultado remarcable si se tienen en cuenta los antecedentes de este gigantón de 2,10 metros de alto: fue arrestado en Tailandia por tráfico de armas en 1977, expulsado dos años más tarde de España por tenencia de explosivos y vive desde entonces en Sudáfrica donde mantiene un cuerpo de guerrilleros ("guardia real") que en 1982 hizo un fracasado intento de desembarco en Albania.

A Leka poco le interesa el concepto de monarquía parlamentaria. Su ambición es reinar con mano de hierro sobre todos los albaneses, es decir, no sólo los 3,5 millones que viven bajo la bandera nacional sino también sobre los que residen en otros rincones de los Balcanes, como Kosovo y numerosos enclaves de Croacia.

Similares ideas pasan por la cabeza de los partidarios de Alejandro de Yugoslavia. Su estirpe tiene larga data en Serbia, pero sus seguidores, que se nutrieron de ultranacionalismo durante el régimen comunista, no se cansan de recordarle que es descendiente de la casa real que creó en 1929 el nombre de Yugoslavia ("la nación sureña de los eslavos") tras poner bajo un mismo estandarte a Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia.

En 1991, Alejandro fue acogido triunfalmente en Belgrado, invitado por el Movimiento de Renovación Serbia y Realista. Pero su permanencia en Inglaterra durante la guerra que estallaría meses más tarde, incluido el período de embargo al que fue sometida la ex Yugoslavia, redujo el número de adeptos.

Esgrimir la carta nacionalista para ganar el terreno perdido resulta una gran tentación. La jugada, sin embargo, es peligrosa. Alejandro no sólo se arriesga a echar leña a un fuego que todavía no se ha extinguido del todo sino también a contrariar a uno de sus "colegas": el príncipe Nicolás de Montenegro.

Este arquitecto, de 53 años, abandonó su hogar parisiense una sola vez para vigilar en 1989 el retorno de las cenizas de su bisabuelo, Nicolás I, al suelo nacional. La recepción fue tan positiva que desde entonces ha hecho poco por desalentar a los que sueñan con verlo abandonar la regla por el ancestral cetro montenegrino.

Por Graciela Iglesias

LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS EN PERU, COLOMBIA Y ECUADOR EN EL SIGLO XIX. PERU.

LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS EN PERU, COLOMBIA Y ECUADOR EN EL SIGLO XIX
Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero
Presidente de la Diputación de esta Casa Troncal .
En este año de 2010, en el que se conmemora el Bicentenario de la Independencia de Hispanoamérica, se vuelve a desempolvar los hechos históricos que dieron origen a tan significativo acontecimiento.
Exceptuado el caso de México, donde se establecieron dos imperios tras su independencia de España, el tema de la eventual instauración de una monarquía en las antiguas colonias españolas en el periodo post-independentista ha permanecido ignorado, sin que se le haya dedicado la atención e importancia que el mismo requiere.
Fruto de las contradicciones de una época convulsa, confrontación ideológica y pasiones encontradas, la fórmula de gobierno republicana no aparecía en los primeros momentos como la única posible ni la más deseable por la ciudadanía. La causa de la monarquía también tenía sus partidarios entre los independentistas, muchos de los cuales militaron dentro y fuera de las filas republicanas.
Animados por el interesantísimo estudio de Bernardo Lozier Almazán, Caballero del Capítulo de Argentina de los Doce Linajes de Soria, relativo a los proyectos de instauración de una monarquía en los territorios del Río de la Plata, y al que recientemente hemos hecho referencia en el Blog, incursionamos hoy brevemente a través de los proyectos para establecer una monarquía en Perú, Colombia y Ecuador, episodios que, mucho de ellos, no son de conocimiento público.
Ojala que la historiografía actual, sobre todo los numerosos especialistas en Historia de América de nuestras universidades, profundicen en esta materia tan poco estudiada.
1 – PROYECTOS PARA ESTABLECER UN REINO EN PERU.
El compartir sentimiento monárquicos y republicanos no fue en los primeros momentos de la independencia un hecho excepcional. Un buen ejemplo de ello nos lo brinda don José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, V Marqués de Montealegre de Aulestia, quien dejando a un lado honores, títulos, fortuna y posición social, militó de forma decidida en pro de la causa revolucionaria, lo cual no le impidió contemplar, al mismo tiempo, la monarquía como una respuesta a la nueva situación política.

Tras algunas vacilaciones iniciales, Riva-Agüero coincide en lo básico con las ideas del General José de San Martín, expuestas en septiembre de 1820 en la Conferencia de Miraflores. Allí, en forma reservada, se plantea la coronación de un príncipe de España en el Perú independizado. San Martín quería realizar la independencia por medio de los españoles, pero quería que previamente fuese reconocida por la metrópolis, fracasando por esta causa las negociaciones, bastante avanzadas, de Punchauca. Ante esta situación, el General San Martín, ya rigiendo el Protectorado, opta por la acción directa ante las potencias europeas de acuerdo y en conexión con la nobleza limeña. Así, al crearse por el Estatuto Provisorio, el 8 de octubre de 1821, un Consejo de Estado se encomienda a García del Río y Paroisien y otros comisionados la búsqueda de un rey para el Perú. Llevaban en cartera una lista compuesta por Leopoldo de Saxe Coburgo, que más tarde sería rey de los belgas, algún príncipe de la casa de Brunswick, Austria, Rusia, Francia o Portugal, y en último caso solicitar de España a don Luís de Borbón, duque de Luca, sin que se llegue a nada en concreto.

En sintonía con la idea monárquica, el Consejo de Estado declara a los títulos de Castilla como títulos de Perú, previa convalidación de los oportunos despachos y crea la Orden del Sol, cuyos miembros tenían carácter hereditario para así formar una nueva nobleza.
Años más tarde, Riva-Agüero, desterrado en Europa, casado en julio de 1826 con la princesa Carolina de Loos Corswarem, perteneciente a una casa que había sido soberana de un ducado pequeño en el antiguo imperio germánico, es acusado de financiar, según la información despachada por el gobierno de Méjico al gobierno de Perú en octubre de 1827, una expedición de aventureros a América con el objeto de coronarse él o coronar a un príncipe alemán o al infante don Francisco de Paula de Borbón.

Vemos, pues, cómo el dilema monarquía-república estuvo presente durante casi una década y media entre los partidarios de la independencia del Perú, que no tenían claro en los primeros años la fórmula o sistema de gobierno más aconsejable. Intrigas internacionales y los intereses políticos de Inglaterra y otras potencias darían al traste con estos proyectos.
No obstante, el sentimiento monárquico y estima de la nobleza quedó hondamente arraigado en la sociedad peruana. En 1869, casi cincuenta años después de iniciado el proceso independentista, aún seguía figurando en las partidas matrimoniales la condición noble de los desposados. A este respecto, tenemos delante de nuestra vista la partida de casamiento de Don Marcelino Arévalo y Orbe, quien contrajo matrimonio el 29 de Octubre de 1869 en la Santa Iglesia de Tarapoto, Perú, con Doña María de las Mercedes Iglesias y Pérez-Albán, registrados ambos con el calificativo de "Nobles". Entre los brillantes entronques del linaje de Don Marcelino figura el establecido con Doña María Catalina de Caravantes y Arana, Dama nacida en Soria perteneciente al Linaje Don Vela de la Casa Troncal de los Doce Linajes, casada con Don Hernando de Cárdenas y Zapata, Conquistador de Perú, fallecido en 1583. Los datos, anteriormente expuestos, lo hemos extraído de la documentación obrante en el expediente de ingreso, presentado ante esta Casa Troncal por el joven caballero peruano don Alexis Rolando Arévalo y Vergara.
2 - COLOMBIA: UNA CORONA PARA SIMÓN BOLIVAR.
General victorioso, hombre querido y admirado, Simón Bolívar pudo convertirse en "Rey". En efecto, El Libertador recibió la propuesta formal de ceñir la corona real de la Gran Colombia. Esta propuesta, dentro de una cierta efervescencia, fue efectuada por los mantuanos de Caracas y un partido de Bogotá. Pero con la llegada, en 1827, de Bolívar a Colombia y Venezuela se calman los ánimos.

No obstante, el 14 de abril de 1829 se presentan en Bogotá el conde Charles de Bresson y el duque de Montebello quienes, a despecho de la opinión de Simón Bolívar, comienzan a trabajar para la instauración de una monarquía en Colombia. El duque de Montebello propone, nada menos, que casar a El Libertador con una princesa de la Casa de Orleans.
Con Bolívar ausente, enfermo en Guayaquil, los encargados en Bogotá del poder ejecutivo, Urdaneta, Castillo, Restrepo y Castillo y Rada, apoyados por Estanislao Vergara, un monárquico de toda la vida, conspiran para complacer a los enviados franceses. El General Páez, pese a la insistencia epistolar de Urdaneta, no es partidario de cambiar la forma de gobierno.
Cuando El Libertador regresa de nuevo a Bogotá, se reúne, el 16 de enero de 1830, con el Consejo de Ministros y recibe un documento en el que se le informa de que dicho Consejo “después de un detenido estudio sobre la forma de gobierno que más conviene a la nación, acordó por unanimidad que la monarquía constitucional presenta todo el vigor y estabilidad que debe tener un gobierno bien cimentado”.
Bolívar ante semejante proposición monta en cólera, pide la renuncia inmediata a los ministros e instala su Congreso Admirable el 20 de enero, retomando Colombia su curso republicano. El proyecto monárquico había, definitivamente, fracasado.
3 – PROYECTOS MONÁRQUICOS EN ECUADOR.
Un primer intento de establecer una monarquía propia en el territorio de la Real Audiencia de Quito se produce tras la revolución quiteña de 10 de agosto de 1809.
Los criollos, sublevados al poder de Madrid, nombraron la Junta de Gobierno Autónoma, a cuyo frente pusieron al más popular de los nobles locales de aquel entonces, Juan Pío de Montúfar, II Marqués de Selva Alegre, al que en el acta de independencia pasan a denominar “Su Alteza Serenísima”, prueba inequívoca del destino real del interesado. El proyecto no sigue adelante ya que la otra facción de la Junta Soberana decide devolver el poder al rey de España.

Un segundo proyecto se debe al General Juan José Flores, quien, tras 14 años en el poder, se convenció de que sólo la monarquía podía rescatar a Ecuador del caos en que le había sumergido la república.

Flores había nacido en Puerto Cabello, Venezuela, en 1800. Su madre, Rita Flores, era una mujer humilde y su padre, Juan José Aramburu, un rico comerciante vasco, aunque no existen documentos que lo avale. A la edad de treinta años ya estaba en la cumbre de su vida política al ser nombrado Primer Presidente del Ecuador, cargo que desempeñó en tres oportunidades hasta que en 1845 fue obligado a salir del país tras la derrota sufrida en la Revolución del 6 de marzo.
Fue casi al final de su mandato cuando decidió enviar una serie de cartas a la Reina Regente de España María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, quien había contraído nuevas nupcias con don Agustín Muñoz y Sánchez, I duque de Riánsares. En dichas cartas, el Presidente Flores solicitaba la restauración de la monarquía en Ecuador en la persona de Agustín Muñoz y de Borbón, I Duque de Tarancón, que contaba 8 años, hijo de la Regente y el Duque de Riánsares.

El plan de Juan José Flores constaba de dos partes. En la primera se declaraba Príncipe de Ecuador al Duque de Tarancón, bajo la regencia de su madre Doña María Cristina. En la segunda se le convertiría en monarca de un hipotético Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia, con trono en la ciudad de Quito. Cuando todo estaba organizado, Flores fue depuesto y los planes se vinieron abajo. Desde el exilio intrigaría y movería influencias a favor de su proyecto sin resultado alguno.

Aún todavía en 1859 se produciría un último intento de instaurar un régimen monárquico en Ecuador, condenado igualmente al más absoluto trabajo. El entonces Presidente Gabriel García Moreno desarrolló un proyecto de protectorado que envió a Napoleón III, quien lo rechazaría de plano.
Y aquí concluimos estas breves notas sobre los intentos de establecer una monarquía en estos antiguos territorios de la Corona de España, dejando a plumas mucho más capacitadas que la mía el estudio minucioso de los acontecimientos esbozados. La celebración del Bicentenario de la Independencia de la América Hispana es más que una buena excusa para ello.

Una oportunidad para la monarquía en Brasil


Una oportunidad para la monarquía en Brasil
El 7 de septiembre de 1993 se celebrará un referéndum sobre la forma de Gobierno

JOSE COMAS ENVIADO ESPECIAL, - Río de Janeiro - 21/05/1991


La posibilidad de que Brasil se convierta en monarquía tras el plebiscito previsto por la Constitución para el 7 de septiembre de 1993 ha dejado de ser tomada a chirigota. Los monárquicos se organizan para ganar el plebiscito, pero están divididos en dos líneas de la familia Orleans Braganza, descendiente del emperador Pedro II. En este conflicto se mezclan cuestiones dinásticas y políticas.

* Revuelta en la familia imperial

La noticia en otros webs

* webs en español
* en otros idiomas

Al principio parecía una broma cuando el diputado de la Asamblea Constituyente Antonio Cunha Bueno consiguió incluir en la nueva Constitución brasileña, promulgada el 5 de octubre de 1988, la disposición transitoria que obligará al electorado a decidir en un plebiscito sobre la forma de Gobierno, "república o monarquía constitucional", y también sobre el sistema de gobierno, "parlamentarismo o presidencialismo".La discusión sobre el sistema -presidencialista o parlamentario- ya está abierta, pero los monárquicos no se quedan atrás y han empezado con fuerza su campaña para llevar al trono a un heredero de Pedro II. El último emperador de Brasil salió junto con su familia hacia el exilio hace más de un siglo, el 17 de noviembre de 1889, dos días después de proclamarse la república.

El argumento central de los monárquicos es que la ya centenaria república no funcionó en Brasil. En anuncios aparecidos de forma esporádica en la prensa brasileña, con la firma del Movimiento Parlamentario Monárquico (MPM), se enumera como balance de un siglo de república: "Seis disoluciones del Congreso, tres presidentes impedidos de asumir, nueve Gobiernos autoritarios, dos largos periodos dictatoriales, 19 rebeliones militares, 12 estados de sitio" y un largo etcétera de calamidades y problemas políticos.

Como contraste de esta relación histórica, se presenta el ejemplo de las monarquías constitucionales, entre ellas España, y se dice que "como prueba la historia de esos países, la monarquía parlamentaria es el mejor seguro contra golpes, renuncias, corrupción, inestabilidad política y económica".

El tema ya no se toma a broma y los comentaristas políticos empiezan a dedicarle atención. En su despacho del Congreso en Brasilia, el diputado Cunha Bueno, del Partido Democrático Social (PDS), que, a pesar de este nombre, es un partido de derechas, asegura: "No soy monárquico por diletantismo, sino bajo la constatación de la realidad de que la república no ha funcionado desde hace 102 años. No merece la pena pelearse para que funcione. Han sido experiencias largas y duras. Yo quiero un Brasil diferente, donde no sólo cambien las personas, Sarney, Collor o Lula, porque todo va a seguir lo mismo. Quiero cambiar el sistema y la forma de gobierno". Además de artífice de la disposición transitoria para el plebiscito sobre la forma de gobierno, Curiha Bueno se ha convertido en punta de lanza del movímiento para la vuelta al trono de Brasil del heredero del emperador.

Los monárquicos han iniciado la publicación de un boletín llamado Cara y Corona, equivalente a cara y cruz, que es una especie de portavoz para la candidatura de Pedro Gastón de Orleans y Braganza, de 78 años, como pretendiente al trono de Brasil. El descendiente del emperador Pedro II parece dispuesto a descender a la arena política.
El heredero

En una entrevista que publica el número de mayo de Cara y Corona, Pedro Gastón compara la sobriedad de la monarquía con el despilfarro de los presidentes brasileños: "La realidad del mundo muestra que la monarquía parlamentaria es mucho más austera que la república, pues cuesta mucho menos dinero. El ex presidente [José] Sarney estuvo en la Unión Soviética con dos Jumbos llenos de gente. Don Pedro II fue a Rusia con una comitiva de cuatro personas y todo pagado de su bolsillo. La pompa puede existir sin costar nada y hasta rendir dividendos con el turismo". Añade Pedro Gastón que un paseo en carroza de gala de la reina de Inglaterra cuesta menos que uno en reactor del presidente de la república y argumenta que el rey de Noruega andaba en tranvía cuando la crisis energética.Sobre el balance de la república dice Pedro Gastón: "Prometió ciencia, industria, progreso. Hoy atravesamos una recesión sin precedentes y hasta el cólera, erradicado del país en el imperio, resurge con toda fuerza. después de 100 años".

Para Pedro Gastón de Orleans y Braganza son argumentos en favor de la monarquía el ejemplo de Japón, "la mayor potencia tecnológica", con su monarca, y de España, donde el mérito de crecer y redimirse del atraso "en gran parte es debido a mi sobrino Juan Carlos (sobrino directo de mi mujer), que con su autoridad de jefe de Estado garantizó la estabilidad necesaria para el desarrollo del país".

Las encuestas dan en estos momentos a la monarquía un 13% de partidarios, pero la cifra ya fue más alta, un 22%, en enero de 1988. La volubilidad del electorado es capaz de producir vuelcos asombrosos. En las últimas municipales, en noviembre de 1988, un mono del zoológico de Río de Janeiro consiguió una votación considerable.
El 'alma popular'

Los monárquicos argumentan que en el alma popular existe en Brasil una tendencia innegable hacia la monarquía y sus símbolos. Esto lo demuestra la presencia constante en los medios de comunicación de calificativos como el rey Pelé, o el rey de la soja para aludir al empresario Olacyir de Moraes, o toda la simbología de los reyes del carnaval brasileño.

¿UN REY EN ARGENTINA? Publicado el 08/Abril/1993 | 00:00


¿UN REY EN ARGENTINA?

Publicado el 08/Abril/1993 | 00:00



Uruguay Alemania en vivo


Buenos Aires. 08.04.93. Un movimiento monárquico para instalar un
rey en la Argentina, tal vez como opción al eventual fracaso de
la reelección del presidente Carlos Menem o para evitar los
periódicos recambios constitucionales, existe en el país y
pretende, como Brasil, un plebiscito para concretarlo, informó
este miércoles el matutino Ambito Financiero.

Tal Movimiento Monárquico Argentino o "club de la Corona" se
reune semestralmente desde 1987 y según reveló al diario su
dirigente Mario Carosini, entre sus adherentes hay
"profesionales, obreros, intelectuales, escritores y gente de
variados niveles sociales".

Además, agregó, "hay gente de todos los partidos, peronistas,
radicales, conservadores. Incluso cuando vino el líder monárquico
brasileño Antonio Cunha Bueno, estuvieron con él varios senadores
nacionales que tienen simpatías monárquicas".

Los monárquicos criollos, destacó el matutino, desean un
plebiscito que designe una convención constituyente quien, a su
vez, determine cuál será la Casa Real encargada de conducir los
destinos de la Argentina.

Según Carosini, "estamos seguros de que se daría entre nosotros
lo que está produciendo en Brasil, donde hay una fuerte corriente
en favor de la monárquía, que se expresará en el plebiscito del
21 de abril".

El diario comentó, por su lado, que "es muy probable que Carlos
Menem no logre la reforma constitucional que le permita
permanecer en el poder. Sin embargo, su obsesión dejará un
legado. Tanto dinamizó la imaginación institucional de los
vecinos y de tal modo le quitó reparos a la voluntad por
envejecer en la primera magistratura, que hoy el mercado político
argentino ofrece también una opción monárquica".

Desde la Casa de Gobierno todavía no hubo reacciones.